Feria del Libro en el parque forestal en 1986. Posan para la foto Nicanor Parra, José Donoso, Jorge Teillier, Enrique Lafourcade, Pablo Huneeus, Virginia Cox, Jose M. Varas, Enrique Campos Menendez, Enrique Gomez, Francisco Coloane y José Luis Rosasco.
por Pablo Huneeus
Es mundial. Entró en escena una generación que de la resistencia moral pasó a la acción directa. Es tan numerosa y resuelta que nadie la para. Fueron unas 400.000 personas a lo largo del país salieron el jueves 30-jun-2011 a manifestar su descontento.
El día en Santiago estaba frío, había llovido la noche anterior y el pronóstico era de neblina matinal con probables chubascos. La mínima fue de 6,5 grados bajo cero en Lampa.
Me fui a la editorial lo más alejado posible de plaza Baquedano y la Alameda. Antes de las diez ya se veían grupos, mejor dicho masas, de jóvenes entumidos convergiendo al centro. ¡Qué ganas de darle un gorro de lana a cada uno! Es tan importante proteger la cabeza del frío y de los lumazos, quise decirles, pero desde mi jaula con ruedas, imposible. Se veían buena onda, alegres y contentos de hacer historia.
Los mayores de 30 no entendemos nada de esa nueva generación. Sólo sabemos que cuando toma conciencia de su poder, el sistema tiembla.
Esto es distinto a la Revolución Pingüina de mayo 2006, cuando a los ochenta días de asumir Bachelet la jefatura del Estado, niños de enseñanza media, poco menos que de mamadera, salieron a manifestarse por la mala calidad de la educación. Estuvieron solos. Profesores, rectores, universitarios, la sociedad civil en general, nada.
Después hubo una pantomima de diálogo, una comisión gatopardista que no llegó a nada. “Si queremos que todo siga como está, es preciso que algo cambie,” recomienda el príncipe Fabrizi a los oligarcas, en el libro “El Gatopardo,” de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957)
Ahora, en cambio, había desde colegiales en pañales a abuelas indignadas. Agrupaciones padres y apoderados (le deben 2 mil millones de dólares a la banca por estudios de sus hijos), profesores tanto universitarios como de colegio, defensores de la naturaleza (HidroAysén), rectores de universidades, contusos por las alzas, damnificados del terremoto, extorsionados de La Polar, acogotados por Dicom, víctimas del Transantiago, deudores hipotecarios, cesantes ilustrados, y mucho socio de mi sindicato, el de malabaristas de la cuerda floja.
Los números, algo nunca visto. Téngase presente el crecimiento demográfico. En palabras del propio Instituto Nacional de Estadísticas, INE: “Según los resultados del censo de 2002, (el último efectuado) la población de Chile es de 15.116.435 habitantes, es decir, casi cinco veces la que tenía el país a comienzos del siglo XX.”
“Los censos realizados entre 1952 y 2002 revelan que, en el lapso de cincuenta años, la población chilena aumentó en números absolutos en 9.183.440 personas. En cifras absolutas, el país pasó de 13.348.401 a 15.116.435, lo que representa un aumento de 1.768.034 personas en los últimos 10 años.”
En cuánto a números, considerar también 1º.- que el crecimiento de la población no es parejo, siendo mucho mayor en los estratos bajos y marginados de la sociedad. 2º.- La cuantiosa inmigración desde otros países de Latinoamérica. De alta fecundidad, viviendo en condiciones precarias y sin acceso a métodos anticonceptivos, sus hijos nacidos aquí son ciudadanos chilenos. 3º.- Es tal la cantidad de alienados con la clase política, que de haber estado inscritos en los registros electorales, el marido de una animadora de TV, –el cineasta chileno francés Marco Enríquez-Ominami– gana en primera vuelta la presidencial de diciembre 2009.
A la próxima, puede ser un Hugo Chávez, cualquier cosa.
El espíritu de la marcha de hoy también era distinto. Mientras el 2006 se trataba de que adecentaran las escuelas –goteras, baños, hacinamiento–, ahora apunta a cambiar el sistema. De cuajo, pues no vale la pena seguir viviendo así, es la idea. El todo por el todo, ahora.
Tiene carácter de clase media. Comparado con otras rebeliones sustentadas por los más pobres y marginados, como las protestas de 1983 contra Pinochet, la revolución cubana contra Fulgencio Batista en 1959, las FARC de Colombia o el Khmer Rouge de Cambodia, estamos ante manifestantes de otro nivel. Más educados, eminentemente urbanos y de alguna manera insertos en el rodaje de la máquina: programadores, docentes, empleados de banco, funcionarios de la administración pública, todos conectados por redes invisibles de un mismo sentir.
Añádase la crisis financiera de 2008 en la cual, a partir de la quiebra e Lehman Brothers de Wall Street, los gnomos de la banca le pelaron tres trillones de dólares a los fondos de pensiones, gobiernos nacionales, ahorristas particulares, iglesias e instituciones de caridad.
Espolvoree sobre la melcocha alzas desmesuradas de la bencina y los alimentos, obra ambos, no tanto de la libre oferta y demanda, como de la especulación financiera con artículos de primera necesidad.
A igual que el presidente Allende en sus últimos meses, 1973, a Piñera se le han ido juntado muchos problemas que deja sin resolver. Son demasiados frentes a la vez, y su persona da la idea de andar en otra. Ni con sus colaboradores parece conectar.
También, es muy sutil, pero se nota: el aparato represivo del gobierno no está en la misma actitud de antes. Hace su show y raya la cancha, pero bajo el casco ¿no habrá un padre de familia acogotado por la tarjeta? Es probable que, tal como en Egipto meses atrás, las FFAA no estén disponibles para manotazos.
Tan fuerte erupción de la demanda social empezó en Túnez donde derrocó al sátrapa Ben Alí, pasó a Egipto con la caída del tiránico Mubarack, Bahrein, Libia, España, Londres, y en la delantera del hemisferio sur ¡Viva Chile!
En Túnez el solevantamiento se desató El 17 de diciembre 2010 cuando el joven vendedor ambulante de frutas y verduras Mohammed Bouazizi se inmoló a lo bonzo en protesta contra la policía. A pesar de contar con permiso municipal, le destruyeron su stand, además de requisarle su mercadería. Típico, era el sustento de la familia y no encontraba un trabajo mejor. Fue el fulminante que detonó las protestas callejeras que voltearon al régimen e inflamaron al mundo árabe.
Pensándolo, viene de antes, de Persia (hoy Irán) el mismísimo país donde se inició nuestra civilización. A raíz de que en 2009 el poder trucó los resultados de la elección presidencial se desataron en Teherán inéditas protestas contra el fundamentalismo religioso.
En una manifestación agentes del gobierno matan a tiros a una cantante de 28 años Neda Agha–Soltan. Era típicamente de clase media, graduada en teología islámica de la Universidad Azad, aficionada a cantar música popular persa y trabajaba en la agencia de viajes de su familia. (ver Imagen)
Sin tener militancia política, participa en una marcha “contra la injusticia” dijo al salir de casa. Su acompañante, trata de consolarla cuando cae de un disparo, mientras otro graba el incidente en un video que da la vuelta al mundo.
Es hoy una venerada mártir del derecho a ser persona, que es justamente lo que busca esa juventud madura, educada y bien intencionada, pero hastiada de ser manejada.
Le falta espacio para esa generación y la promesa de que pagando por una carrera accedían al bienestar, no se cumplió. Todo lo que pregona la llamada “industria de la educación superior” sobre la empleabilidad de sus egresados es publicidad engañosa.
A fin de hacerse una idea de lo que está haciendo con ella la industria del crédito, basta ver lo que ha hecho con sus clientes la mafia de La Polar.
A igual que el resfrío común, el romanticismo o la obesidad mórbida, la RSN es un movimiento de generación espontánea que aparece simultáneamente en distintas partes del planeta, sin que haya un líder o “filium” único que lo origine.
Viene con la modernidad, el edificio de departamentos y el modelo económico que la clase dominante impone, a menudo por la fuerza de las armas, sobre el resto de la sociedad.
Así todo, el fondo del asunto es saber qué están diciendo. ¿Cuál es el mensaje del lenguaje corporal de la multitud, de los bailes y chascarros? ¿A qué apuntan las pancartas y disfraces?
Dice la gente; somos una sociedad humana, no un mercado financiero. Tras la apoteosis de la ideología tecnocrática que reduce todo a relaciones de dinero, lo que está diciendo la juventud es que el país es más que un mercado. Es baile, música y poesía.
O sea, contra el economicismo de las últimas décadas, se alza en medio de la calle un movimiento de recuperación cultural.
Siendo un movimiento que busca reconocimiento del sistema, los desmanes en sus marchas se pueden entender uno, como el uso que hace el poder de agentes provocadores para justificar la represión. Dos, como la expresión de estamentos más marginados aún, lo más empobrecidos e indignados. De otro estilo, y sin tener nada mejor que hacer, se lanzan al mar revuelto.
Es significativo en este sentido que en las protestas desatadas en el 25 de enero 2011 en El Cairo, hayan sido los propios manifestantes acampados en la plaza Tahir –no la bestial policía egipcia– quienes impidieron al lumpen saquear el Museo Nacional.
Imposible saber qué viene ahora, pues la mente humana siempre inventa nuevas combinaciones. Capaz que el remezón venga de adentro, hacking a los sistemas operativos del poder, funas a los abrevaderos de la oligarquía, mofa de los íconos, la lucha permanente y todo un ambiente de acciones directas en los centros neurálgicos del poder.
fuente : http://www.pablo.cl/
Es mundial. Entró en escena una generación que de la resistencia moral pasó a la acción directa. Es tan numerosa y resuelta que nadie la para. Fueron unas 400.000 personas a lo largo del país salieron el jueves 30-jun-2011 a manifestar su descontento.
El día en Santiago estaba frío, había llovido la noche anterior y el pronóstico era de neblina matinal con probables chubascos. La mínima fue de 6,5 grados bajo cero en Lampa.
Me fui a la editorial lo más alejado posible de plaza Baquedano y la Alameda. Antes de las diez ya se veían grupos, mejor dicho masas, de jóvenes entumidos convergiendo al centro. ¡Qué ganas de darle un gorro de lana a cada uno! Es tan importante proteger la cabeza del frío y de los lumazos, quise decirles, pero desde mi jaula con ruedas, imposible. Se veían buena onda, alegres y contentos de hacer historia.
Los mayores de 30 no entendemos nada de esa nueva generación. Sólo sabemos que cuando toma conciencia de su poder, el sistema tiembla.
Esto es distinto a la Revolución Pingüina de mayo 2006, cuando a los ochenta días de asumir Bachelet la jefatura del Estado, niños de enseñanza media, poco menos que de mamadera, salieron a manifestarse por la mala calidad de la educación. Estuvieron solos. Profesores, rectores, universitarios, la sociedad civil en general, nada.
Después hubo una pantomima de diálogo, una comisión gatopardista que no llegó a nada. “Si queremos que todo siga como está, es preciso que algo cambie,” recomienda el príncipe Fabrizi a los oligarcas, en el libro “El Gatopardo,” de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957)
Ahora, en cambio, había desde colegiales en pañales a abuelas indignadas. Agrupaciones padres y apoderados (le deben 2 mil millones de dólares a la banca por estudios de sus hijos), profesores tanto universitarios como de colegio, defensores de la naturaleza (HidroAysén), rectores de universidades, contusos por las alzas, damnificados del terremoto, extorsionados de La Polar, acogotados por Dicom, víctimas del Transantiago, deudores hipotecarios, cesantes ilustrados, y mucho socio de mi sindicato, el de malabaristas de la cuerda floja.
Los números, algo nunca visto. Téngase presente el crecimiento demográfico. En palabras del propio Instituto Nacional de Estadísticas, INE: “Según los resultados del censo de 2002, (el último efectuado) la población de Chile es de 15.116.435 habitantes, es decir, casi cinco veces la que tenía el país a comienzos del siglo XX.”
“Los censos realizados entre 1952 y 2002 revelan que, en el lapso de cincuenta años, la población chilena aumentó en números absolutos en 9.183.440 personas. En cifras absolutas, el país pasó de 13.348.401 a 15.116.435, lo que representa un aumento de 1.768.034 personas en los últimos 10 años.”
En cuánto a números, considerar también 1º.- que el crecimiento de la población no es parejo, siendo mucho mayor en los estratos bajos y marginados de la sociedad. 2º.- La cuantiosa inmigración desde otros países de Latinoamérica. De alta fecundidad, viviendo en condiciones precarias y sin acceso a métodos anticonceptivos, sus hijos nacidos aquí son ciudadanos chilenos. 3º.- Es tal la cantidad de alienados con la clase política, que de haber estado inscritos en los registros electorales, el marido de una animadora de TV, –el cineasta chileno francés Marco Enríquez-Ominami– gana en primera vuelta la presidencial de diciembre 2009.
A la próxima, puede ser un Hugo Chávez, cualquier cosa.
El espíritu de la marcha de hoy también era distinto. Mientras el 2006 se trataba de que adecentaran las escuelas –goteras, baños, hacinamiento–, ahora apunta a cambiar el sistema. De cuajo, pues no vale la pena seguir viviendo así, es la idea. El todo por el todo, ahora.
Tiene carácter de clase media. Comparado con otras rebeliones sustentadas por los más pobres y marginados, como las protestas de 1983 contra Pinochet, la revolución cubana contra Fulgencio Batista en 1959, las FARC de Colombia o el Khmer Rouge de Cambodia, estamos ante manifestantes de otro nivel. Más educados, eminentemente urbanos y de alguna manera insertos en el rodaje de la máquina: programadores, docentes, empleados de banco, funcionarios de la administración pública, todos conectados por redes invisibles de un mismo sentir.
Añádase la crisis financiera de 2008 en la cual, a partir de la quiebra e Lehman Brothers de Wall Street, los gnomos de la banca le pelaron tres trillones de dólares a los fondos de pensiones, gobiernos nacionales, ahorristas particulares, iglesias e instituciones de caridad.
Espolvoree sobre la melcocha alzas desmesuradas de la bencina y los alimentos, obra ambos, no tanto de la libre oferta y demanda, como de la especulación financiera con artículos de primera necesidad.
A igual que el presidente Allende en sus últimos meses, 1973, a Piñera se le han ido juntado muchos problemas que deja sin resolver. Son demasiados frentes a la vez, y su persona da la idea de andar en otra. Ni con sus colaboradores parece conectar.
También, es muy sutil, pero se nota: el aparato represivo del gobierno no está en la misma actitud de antes. Hace su show y raya la cancha, pero bajo el casco ¿no habrá un padre de familia acogotado por la tarjeta? Es probable que, tal como en Egipto meses atrás, las FFAA no estén disponibles para manotazos.
Tan fuerte erupción de la demanda social empezó en Túnez donde derrocó al sátrapa Ben Alí, pasó a Egipto con la caída del tiránico Mubarack, Bahrein, Libia, España, Londres, y en la delantera del hemisferio sur ¡Viva Chile!
En Túnez el solevantamiento se desató El 17 de diciembre 2010 cuando el joven vendedor ambulante de frutas y verduras Mohammed Bouazizi se inmoló a lo bonzo en protesta contra la policía. A pesar de contar con permiso municipal, le destruyeron su stand, además de requisarle su mercadería. Típico, era el sustento de la familia y no encontraba un trabajo mejor. Fue el fulminante que detonó las protestas callejeras que voltearon al régimen e inflamaron al mundo árabe.
Pensándolo, viene de antes, de Persia (hoy Irán) el mismísimo país donde se inició nuestra civilización. A raíz de que en 2009 el poder trucó los resultados de la elección presidencial se desataron en Teherán inéditas protestas contra el fundamentalismo religioso.
En una manifestación agentes del gobierno matan a tiros a una cantante de 28 años Neda Agha–Soltan. Era típicamente de clase media, graduada en teología islámica de la Universidad Azad, aficionada a cantar música popular persa y trabajaba en la agencia de viajes de su familia. (ver Imagen)
Sin tener militancia política, participa en una marcha “contra la injusticia” dijo al salir de casa. Su acompañante, trata de consolarla cuando cae de un disparo, mientras otro graba el incidente en un video que da la vuelta al mundo.
Es hoy una venerada mártir del derecho a ser persona, que es justamente lo que busca esa juventud madura, educada y bien intencionada, pero hastiada de ser manejada.
Le falta espacio para esa generación y la promesa de que pagando por una carrera accedían al bienestar, no se cumplió. Todo lo que pregona la llamada “industria de la educación superior” sobre la empleabilidad de sus egresados es publicidad engañosa.
A fin de hacerse una idea de lo que está haciendo con ella la industria del crédito, basta ver lo que ha hecho con sus clientes la mafia de La Polar.
A igual que el resfrío común, el romanticismo o la obesidad mórbida, la RSN es un movimiento de generación espontánea que aparece simultáneamente en distintas partes del planeta, sin que haya un líder o “filium” único que lo origine.
Viene con la modernidad, el edificio de departamentos y el modelo económico que la clase dominante impone, a menudo por la fuerza de las armas, sobre el resto de la sociedad.
Así todo, el fondo del asunto es saber qué están diciendo. ¿Cuál es el mensaje del lenguaje corporal de la multitud, de los bailes y chascarros? ¿A qué apuntan las pancartas y disfraces?
Dice la gente; somos una sociedad humana, no un mercado financiero. Tras la apoteosis de la ideología tecnocrática que reduce todo a relaciones de dinero, lo que está diciendo la juventud es que el país es más que un mercado. Es baile, música y poesía.
O sea, contra el economicismo de las últimas décadas, se alza en medio de la calle un movimiento de recuperación cultural.
Siendo un movimiento que busca reconocimiento del sistema, los desmanes en sus marchas se pueden entender uno, como el uso que hace el poder de agentes provocadores para justificar la represión. Dos, como la expresión de estamentos más marginados aún, lo más empobrecidos e indignados. De otro estilo, y sin tener nada mejor que hacer, se lanzan al mar revuelto.
Es significativo en este sentido que en las protestas desatadas en el 25 de enero 2011 en El Cairo, hayan sido los propios manifestantes acampados en la plaza Tahir –no la bestial policía egipcia– quienes impidieron al lumpen saquear el Museo Nacional.
Imposible saber qué viene ahora, pues la mente humana siempre inventa nuevas combinaciones. Capaz que el remezón venga de adentro, hacking a los sistemas operativos del poder, funas a los abrevaderos de la oligarquía, mofa de los íconos, la lucha permanente y todo un ambiente de acciones directas en los centros neurálgicos del poder.
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