miércoles, 14 de octubre de 2009

Hoy mi mente topo el techo, mis sentidos vagaron en la oscuridad, mi incertidumbre gano la carrera sobre los hechos; me sentí como un rio que lleva en su cause preguntas, ideas, sueños ...
estoy vacio, vacio de existencia, de ganas

jueves, 1 de octubre de 2009

Oscura poesia

Cuando era niño siempre me quedaba en la biblioteca de la hermana Nieves, asi era el apellido; no me juzguen, mientras mis compañeros jugaban a la pelota, no leia poesia de hecho no lo hize hasta los 20, quizás un poco antes, pero no pasa más allá . Nelson me comento que le era complejo, en primer lugar por que creia que se analizaba, luego se sentia y al final se complementaba todo. Yo creia lo mismo, sin embargo la poesia es como es : se siente, se analiza, se disfruta, se llora, se alegra se hace y deshace ... es un todo y a la vez es un nada; escuchaba a Bertoni y decia que no se necesita ir a la facultad de artes y letras para sacar algún simbolismo y estructura verbal, la weba es como se siente y punto. En la ajuga casi siempre esta la discusión sobre si hay que analizar algún parrafo o si el canto se disfruta como se interpela en una primera instancia; me quedo con lo que se siente ... y en ese sentimiento es donde posteare uno de mis poemas favoritos, Lihn en su momento de mayor lucidez y plenitud, una obra maestra con todas sus letras, y asi del corazón, sin mayor analisis.

Por que escribí

Ahora que quizás, en un año de calma,
piense: la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.

Escribí: fui la víctima
de la mendicidad y el orgullo mezclados
y ajusticié también a unos pocos lectores;
tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.

Pero escribí: tuve esta rara certeza,
la ilusión de tener el mundo entre las manos
—¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco
con toda su crueldad innecesaria—
Escribí, mi escritura fue como la maleza
de flores ácimas pero flores en fin,
el pan de cada día de las tierras eriazas:
una caparazón de espinas y raíces

De la vida tomé todas estas palabras
como un niño oropel, guijarros junto al río:
las cosas de una magia, perfectamente inútiles
pero que siempre vuelven a renovar su encanto.

La especie de locura con que vuela un anciano
detrás de las palomas imitándolas
me fue dada en lugar de servir para algo.
Me condené escribiendo a que todos dudarán
de mi existencia real,
(días de mi escritura, solar del extranjero).
Todos los que sirvieron y los que fueron servidos
digo que pasarán porque escribí
y hacerlo significa trabajar con la muerte
codo a codo, robarle unos cuantos secretos.
En su origen el río es una veta de agua
—allí, por un momento, siquiera, en esa altura—
luego, al final, un mar que nadie ve
de los que están braceándose la vida.
Porque escribí fui un odio vergonzante,
pero el mar forma parte de mi escritura misma:
línea de la rompiente en que un verso se espuma
yo puedo reiterar la poesía.

Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y no sólo de insomnio,
también de ideas fijas que me hicieron leer
con obscena atención a unos cuantos psicólogos,
pero escribí y el crimen fue menor,
lo pagué verso a verso hasta escribirlo,
porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia
y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.

Porque escribí no estuve en casa del verdugo
ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.

Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.


Enrique Lihn.