jueves, 27 de octubre de 2011

El derecho a la belleza




Una vez, caminando con los representante comunitarios por la favela de la Mangueira, en Río, el presidente de la junta de vecinos me dijo, “Jorge, la Mangueira es muy fea”. Con eso quería decir que la demanda por el embellecimiento de la comunidad era tan importante cuanto la incorporación de infraestructura adecuada, mejores condiciones de acceso al lugar, equipamientos de calidad y habitación.

El tema del derecho a la belleza como parte componente de las demandas a ser contempladas en los proyectos de urbanización, no es una cosa de importancia secundaria. Al contrario, demuestra que existe en las comunidades, sean favelas de Río o las villas de Buenos Aires, o los diferentes nombres que adquieran a lo largo y ancho de nuestro continente, un deseo genuino de ir más allá de lo meramente funcional y cuantitativo.




Expresa la aspiración a hacer de todas las partes de la ciudad, incluidas las favelas, lugares capaces de ofrecer condiciones de vida digna y al mismo tiempo introduciendo belleza como una cuestión estructural, esto es, con tratamientos urbanísticos, arquitectónicos y paisajísticos que resignifiquen los lugares y los transformen en espacios dotados de atributos que los asimilen a los que se destinan a la ciudad formal. Esto implica que cuando se piensan tanto las edificaciones como los espacios abiertos (calle, plazas, áreas deportivas, etc.) se los concibe como “mojones” en el sentido de Kevin Lynch; no solo como orientadores, sino como objetos equivalentes a los de la ciudad formal, tales como los teatros, centros culturales, museos, etc., que además de ofrecer servicios de cualidad, constituyen piezas de alto valor estético y simbólico, independientemente de su dimensión. Estos objetos y espacios pueden ser tanto una escuela, una biblioteca, un centro de salud o una pequeña edificación de apoyo como un baño y vestuario al lado del núcleo deportivo, un pequeño centro comunitario, o muchos otros que van a representar la presencia de lo público en lo privado, contribuyendo para la reconfiguración del lugar.

De ahí que la responsabilidad estética de lo que se elabore como encomienda del poder público para las comunidades tenga la dimensión de lo bello intrínsecamente incorporado. No es solo introducir los equipamientos, sino hacerlo con todo el nivel de elaboración que merecen como portadores de belleza para el local.

La búsqueda de nuevas articulaciones entre ética, estética y política puede contribuir significativamente para redireccionar nuestro devenir urbano, posibilitándole al sujeto una resonancia en las sobredeterminaciones, donde las tres dimensiones se enlacen sin imponer jerarquías. Y en esta perspectiva el paradigma estético adquiere fuertes implicaciones ético-políticas, porque la creación envuelve una responsabilidad de la instancia creadora con relación a la cosa creada, propiciando una inflexión del estado de cosas.

Política envuelve el difícil e inestable diálogo con las estructuras de poder, y estética implica siempre el desafío de lo nuevo, donde la intuición, en “principio de velocidad” del que habla Deleuze, juega un papel central.




A través de la elaboración estética, las cosas, los acontecimientos y las ideas reciben nuevos significados que contribuyen a transformar positivamente lo existente. Y el psicoanálisis nos alerta cuanto a la ética, cuando frente a las determinaciones de todo tipo (económicas, políticas, sociales, culturales) el acto proyectual implica una posición ética que en términos generales podemos resumir así: “es necesario hacer lo que debe ser hecho”. Pero este “deber” no es el deber en el cual se coloca permanentemente en juego ese “más allá de la demanda”, esto es, el deseo en el acto proyectual. Por eso, de lo que se trata en un proyecto arquitectónico o urbanístico, no es de agradar como manera de seducción o armonía, en todo caso no es esa la cuestión fundamental. De lo que se trata es de hacer lo que debe ser hecho desde el punto de vista de las articulaciones entre ética, estética y política.

La estética es lo que constituye siempre en desafío y el desafío de la estética está ligado a la producción de lo nuevo. “Estase”, palabra griega que significa sensación es de donde se origina el vocablo estética, que se refiere a lo que produce lazo, a lo que permite sentir juntos alguna cosa; emoción estética por ejemplo.

Así, podemos decir que la ética de un arquitecto, en el sentido en que está siendo considerada aquí está íntimamente relacionada con su estética y tiene que ver con ese intangible, que es lo que transparece de la articulación que hace entre proyecto (dessin) y las intensiones (dessein) para las cuales apunta.

La elaboración proyectual así entendida, presupone la búsqueda de la belleza e implica concluir la realidad del mundo como un “campo expandido”, donde puede producirse esa aprehensión que a través de la función estética, permita vivenciar una realidad “otra”.


Escrito por Jorge Mario Jáurequi, Arquitecto de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina y Arquitecto Urbanista de la Universidad Federal de Rio de Janeiro. Autor del programa Favela Barrio de Río de Janeiro

Fuente : http://www.plataformaurbana.cl/archive/2011/10/25/el-derecho-a-la-belleza/


jueves, 20 de octubre de 2011

1/2 noche en paris




(…) Cuando todos se vayan a otros planetas
yo quedaré en la ciudad abandonada
bebiendo un último vaso de cerveza,
y luego volveré al pueblo donde siempre regreso
como el borracho a la taberna
y el niño a cabalgar
en el balancín roto.
Y en el pueblo no tendré nada que hacer,
sino echarme luciérnagas a los bolsillos
o caminar a orillas de rieles oxidados
o sentarme en el roído mostrador de un almacén
para hablar con antiguos compañeros de escuela.

Jorge Teillier

Hace bastante tiempo no sentía la sensación de libertad, paz y melancolía en un film como Midnight in parís. En el lecho de mi muerte diaria pensaba: me gustaría haber visto películas en su estreno original como Casablanca (1942), Sin aliento (1958) o en último caso The Dreamers (2003). Sin embargo por tiempo/años no tuve la oportunidad, y si en el caso que existiera de manera ficticia una forma de hacerlo, no sé si lo haría con muchas ganas. Es la impresión que me ha quedado después de ver Una noche en Paris (que por suerte la vi en estreno y con fotogramas como de tiempos aquellos) el último film de Allen que me impresionó y re-enamoró más de la cuenta. La melancolía que produce el recuerdo y el ejercicio metafísico de hacerlo se involucran místicamente en el film y hacen que casi la hora y media no se noten en fracción de tiempo.

El personaje principal, que está muy bien caricaturizado por Owen Wilson; manifiesta de forma particular los deseos y sueños de un romántico como los que no se encuentran en estos tiempos; y si los hay, están vegetando en sus recuerdos en los diferentes rincones del mundo.

La melancolía de una Paris idealizada; es el escenario perfecto para el desarrollo de la trama que dista entre la realidad de Gil y la ficción de sus añoranzas más profundas. La negación con su realidad actual hacen que las ideas y proyectos de este se conviertan en su aparente mundo-ficción, entre los problemas con su novia, la familia de esta y amigos ca(u)(su)ales de ambos, funcionan como ingredientes para retraerse a otro mundo, mundo por el cual se inspira y aparecen personajes dantescos de la época de oro de Francia. Hemingway evocando la belleza salvaje, Fitzgerald en su mejor momento, Dalí como un loco desenfrenado, Buñuel y la génesis del surrealismo… y así una decena de personajes que a mas de algun@ no dejara indiferente.

Me hizo recordar bastante cuando el arte se tomaba ( y creo que era así ) como una forma de concebir la belleza tal cual fuera, el contexto no importaba, los personajes no importaba, el mundo no importaba! Solo la belleza que puede generar una hermosa imagen se consolida como expresión máxima de ésta. En este sentido el film se convierte en prosa y poesía de primera categoría. Que hubiesen dado Huidobro, Teillier o Rojas por haber tenido la oportunidad de fragmentar sus palabras en imágenes. Mas al poeta lirico de Teillier que hizo de la melancolía pan de cada día. Quizás a Woody Allen le hubiese gustado ser éste para transformar las imágenes en poesía, sin embargo el ejercicio mismo no le sirve, ya que sin quererlo transformo la belleza en melancolía y la melancolía en sueños.

Queda la tarea imperiosa de desafiar la realidad, injuriar la belleza (quizás sentarla en los pies como aquel poeta maldito) y terminar de una vez con la re-presión que nos produce el mundo actual. Tomar los sueños y transformarlos en una no realidad en donde co-habitemos de una vez por todas con aquella melancolía real o ficticia que nos produzca la vida, y por supuesto el cine de Allen.

jueves, 13 de octubre de 2011

¿Dónde está Chile?

Chile se encamina a pasos agigantados a una decadencia moral e intelectual de proporciones. No hay gobierno ni oposición a la altura de las circunstancias. Cada cual parece estar actuando por cálculos mezquinos, muy pocos son ya los que despiertan admiración, y nadie parece dar ni la vara ni el ancho. La pobreza de las ideas y la debilidad de las convicciones de nuestra clase dirigente, sumadas al deterioro de la ética en todos los niveles -cada vez más campean la pillería y la avidez sin límites-, pueden convertir a este país que costó tanto fundar en un peladero, en una tierra de nadie, una tierra baldía.

Una república que tuvo a mandatarios, militares y ministros a la altura del general Bulnes, Manuel Montt y Antonio Varas, ejemplos de honestidad, sentido de la impersonalidad del poder y amor genuino por el país y compromiso con lo público, parece hoy tironeada por todos lados por rapiñeros, ambiciosos y vanidosos de poca monta. El sentido de lo "público" parece borrado del mapa. Asistimos al olvido de lo público en todos los niveles. Y el olvido de lo público es el olvido del ser más profundo de Chile.

Lo público es mi barrio con sus plazas y espacios comunes aún no derrotados por la especulación inmobiliaria; las universidades no avasalladas por el pensar calculante; la televisión de todos no entregada a la farándula de las transnacionales. Pero en estos días resuenan los versos del poeta irlandés W. B. Yeats: "Los mejores carecen de toda convicción,/ mientras que los peores están llenos de apasionada intensidad".

¿En qué momento se rompió la posta con lo mejor de nuestra propia historia? Pareciera que todos, o casi todos, fueron de a poco traicionando una parte de su propia alma para entrar en una vertiginosa carrera por el poder, del poder por el poder. Como si muchos se hubieran dedicado a aprender de memoria a Maquiavelo en estas décadas y hubieran olvidado a Virgilio, a Solón, esos autores que un Andrés Bello, un Amunátegui, un Barros Arana tradujeron y usaron como fermento e inspiración, cuando en Chile había un humanismo fundante, cuando se consultaban como oráculos los versos de Horacio o Cicerón y no los focus-group o las encuestas, cuando gobernaban los estadistas y no los opinólogos.

Todos dicen que la crisis mundial nos va a "pillar bien parados". No lo sé. Un país donde los nuevos becerros de oro parecen ser la pura gestión y el management , pero sin contenidos ni visión, ya no es un país. Será una gran empresa, pero no un país. ¿Acaso el precio del cobre por las nubes nos hizo a la larga mal, como sucedió alguna vez con el salitre? No hay peor mezcla que la de riqueza conseguida con la especulación y no con el trabajo o el emprendimiento, unida a la ignorancia y a la pobreza interior.

¿Qué imagen resume el Chile del siglo XIX? La Universidad de Chile y la Biblioteca Nacional. ¿Qué resume al Chile de estos últimos años? La Polar y la educación entendida como un bien de consumo. ¿Y para eso murieron nuestros héroes? ¿Para eso inventaron mundos nuevos nuestros poetas? ¿Para eso se vinieron a Chile un Domeyko o un Bello, ilustres extranjeros? ¿Por ese Chile sufrió una desgarrada nostalgia en el siglo XVII el exiliado y lúcido Lacunza? Dijo alguna vez Kipling: "Abandonamos la esperanza y el honor,/ estamos perdidos para el amor y la verdad./ Caemos peldaño a peldaño,/ y la medida de nuestro tormento es la de nuestra juventud./ Ayúdanos, Señor, porque conocimos lo peor demasiado jóvenes".

Pero, a pesar de todo, sigo creyendo que Chile es un país extraordinario donde vivir y morir, un país que tiene una luz propia, un país soñado. Un país misterioso y delicado, que hay que cuidar como tesoro y no repartir como botín. Tal vez nos salve nuestra lejanía, esa que nos obligó alguna vez a ser fieles a nuestra propia alma y encontrar nuestras propias medidas, nuestros sagrados límites que nos protegieron de todo fanatismo y desmesura.


Columna de Cristián Warnken / Jueves 13 de Octubre de 2011

enlace aqui : http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2011/10/13/donde-esta-chile.asp

lunes, 3 de octubre de 2011

Cretinismo






Hemos sido de todo, parece mentira: separatistas, independentistas, soberanistas, soberanistas asociacionistas…

- Bueno, al principio empezamos siendo existencialistas.

- Leímos a Sartre y a Camus.

- Luego leímos a Frank Fannon y nos volvimos anticolonialistas.

- Entonces leímos a Marcuse y nos hicimos marxistas.

- Marxistas-leninistas.

- Trotskistas.

- Maoístas.

- Después leímos a Solyenitsin y cambiamos de idea. Nos hicimos estructuralistas.

- Situacionistas.

- Desconstructivistas.

- Existe algún -ismo que no hayamos adorado?

- El cretinismo.


Les invasions barbares